AL ABRIGO DE LOS GIRASOLES
La historia nos sumerge en la intimidad más absoluta de un hombre, Carlos. Es su propia voz la que narra la novela. Lo hace desde la perspectiva de quienes desempolvan su creatividad gracias a situaciones donde uno se siente derrotado y predominan las miserias del alma. Esa primera persona narra la vida de quien se siente un perdedor de segunda, como si eso pudise tener sentido. Las circunstancias lo han llevado a emborracharse cada noche en cualquier rincón de su apartamento, a abandonar un empleo que económicamente le permitía una vida sin estrecheces y a tirar por la borda una relación sentimental con una mujer a la que quería. Sin pareja y sin amigos, alejado de su familia en la distancia y el tiempo, recibirá una oportunidad que no ha solicitado, aunque se enmarque dentro de una muerte: Su hermana lo llamará por teléfono para decirle que hay que enterrar a su padre. La herencia que le corresponde es más bien limitada, una casa situada junto al camposanto, aunque de una importancia crucial, ya que será el sitio más propicio para descubrir quién es él.